Esta muchedumbre de modos europeos que brota
constantemente de su radical unidad y revierte a ella manteniéndola es el
tesoro mayor del Occidente.
Triunfa hoy sobre todo el área continental
una forma de homogeneidad que amenaza consumir por completo aquel tesoro.
Dondequiera ha surgido el hombre-masa,
que es un tipo de hombre hecho de prisa,
montado nada más que sobre unas cuantas y pobres abstracciones y que, por lo mismo,
es idéntico de un cabo de Europa al otro, de un cabo de América a Asia, de norte a sur y de este a oeste. A él se debe el triste aspecto de la
asfixiante monotonía que va tomando la vida en todo el continente. Este
hombre-masa es el hombre previamente vaciado de su propia historia, sin
entrañas de pasado y, por lo mismo, dócil a todas las disciplinas llamadas
"internacionales". Más que un hombre, es sólo un caparazón de hombre
constituido por meras idola fori; carece de un "dentro", de una
intimidad suya, inexorable e inalienable, de un yo que no se pueda revocar. De
aquí que esté siempre en disponibilidad para fingir ser cualquier cosa. Así
pues, los hombres de cabezas toscas no logran pensar en la afirmación de la pluralidad al
reconocimiento de la unidad, y viceversa. Son cabezas pesadas nacidas para
existir bajo las perpetuas tiranías de Oriente.Tiene sólo apetitos, cree que
tiene sólo derechos y no cree que tiene obligaciones: es el hombre sin la
nobleza que obliga — sine nobilitate — , snob.
Este universal esnobismo, que tan claramente
aparece, por ejemplo, en el obrero actual, ha cegado las almas para comprender
que, si bien toda estructura dada de la vida continental tiene que ser
trascendida, ha de hacerse esto sin pérdida grave de su interior pluralidad.
Como el esnob está vacío de destino propio, como no siente que existe sobre el
planeta para hacer algo determinado e incanjeable, es incapaz de entender que
hay misiones particulares y especiales mensajes. Por esta razón es hostil al
liberalismo, con una hostilidad que se parece a la del sordo hacia la palabra.
La libertad ha significado siempre en Europa franquía para ser el que
auténticamente somos. Se comprende que aspire a prescindir de ella quien sabe
que no tiene auténtico quehacer.... Leer mas
Ortega y Gasset (1937)
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